Trabajo de marisco
La tradición de los floreros se conserva en dos localidades de Mallorca: Búger y Llucmajor.
El tipo de técnica utilizada es básicamente la misma. Con conchas, caracoles u otros moluscos se confeccionan las flores de distintos tamaños, colores y disposiciones. Estas se van agrupando alrededor de un eje metálico central y forman un ramo que llena toda la campana de vidrio cilíndrica.
La función es exclusivamente decorativa y su ubicación en el mobiliario es muy concreta: encima de arcas y cómodas.
Con esta técnica artesanal se elaboran varios objetos decorativos:
Floreros o campanas: Elemento decorativo consistente en una base de madera sobre la cual había una composición floral, cubierta con una cúpula de vidrio. Las flores, hechas de conchas o bien de seda, a veces se montaban dentro de un jarrón, y otras directamente sobre la base de madera. También había floreros que combinaban flores de seda y frutas de cera, destinados a adornar sobre todo muebles de comedor.
Escaparates o vitrinas: Reciben este nombre unas piezas rectangulares de madera con tres caras —las dos laterales y la frontal— cerradas con vidrio, mientras que en la posterior y sobre todo en la superior hay motivos ornamentales pintados. Contienen figuras de barro o de madera. El carácter narrativo y religioso es el más característico. Los escaparates o vitrinas normalmente suelen albergar un Belén, pero también, a veces, son escenas religiosas con figuras o estatuas de santos. El trabajo de marisco se limita a la ornamentación mediante guirnaldas de flores y a la confección de los fondos y la parte superior.

